Chile desafía al mapa aurífero mundial con un avance silencioso que podría cambiar las reglas

Con inversiones millonarias y una producción que no depende solo del precio, Chile se posiciona para volver al Top 20 de productores de oro del planeta.

El oro ha recuperado protagonismo en los mercados internacionales ante el recrudecimiento de tensiones entre potencias como EE.UU. y China. Con una cotización que ha subido un 25% en lo que va del año, este metal precioso se consolida como refugio financiero, y Chile comienza a destacar como un nuevo polo aurífero gracias a megaproyectos estratégicos y un entorno favorable a las inversiones.

Las estimaciones del sector proyectan un crecimiento del 25% en la producción de oro en Chile durante 2025, lo que permitiría al país regresar al Top 20 de productores globales, lugar que no ocupaba desde 2016. Pero el auge no se debe únicamente a la bonanza de precios: según Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de la consultora Plusmining, se trata de un fenómeno estructural. “El incremento viene por una base más sólida, más allá del precio. Hay un cambio en la matriz productiva”, explicó.

Un factor clave en esta dinámica es que aproximadamente el 70% del oro producido en Chile se obtiene como subproducto del cobre. Es decir, el crecimiento aurífero está íntimamente ligado a las expansiones en grandes yacimientos cupríferos, lo que multiplica el efecto económico de la actividad minera.

Uno de los proyectos que lidera esta transformación es Salares Norte, impulsado por la sudafricana Gold Fields. Esta operación, ubicada en el desierto de Atacama, proyecta producir 20 toneladas de oro en 2025, un salto del 25% frente al año anterior. La firma ha anunciado además una inversión adicional de US$ 50 millones entre 2025 y 2026 para fortalecer sus operaciones y exploraciones. “Chile ofrece estabilidad política, institucional y una base geológica de clase mundial”, señalaron desde la compañía.

En un escenario global en el que el oro es cada vez más visto como activo de resguardo frente a incertidumbres geopolíticas y monetarias, Chile emerge como un destino privilegiado para nuevos capitales. La combinación de reservas comprobadas, infraestructura minera avanzada y seguridad jurídica fortalece su posición como alternativa a mercados tradicionales como Rusia, Australia o Sudáfrica.

Las perspectivas para el país son prometedoras: si el ritmo de inversiones se mantiene y se consolidan los nuevos proyectos, Chile podría escalar aún más en el ranking global, redefiniendo su rol en el mercado aurífero del siglo XXI.