Por Erika Sáenz, gerenta comercial de International Line
En el marco de una recuperación acelerada del comercio internacional y en un contexto de alta volatilidad geopolítica, especialmente debido a las tensiones arancelarias entre China y Estados Unidos, el transporte marítimo global experimenta una vez más un proceso de transformación profunda.
Durante las últimas semanas, diversas compañías navieras han iniciado ajustes estratégicos en sus servicios, priorizando rutas hacia mercados más rentables y limitando escalas en puertos base del Lejano Oriente. Esto ha generado una reducción significativa en la disponibilidad de espacio hacia otras regiones, incluida la costa oeste de América Latina.
Tal como ocurrió en ciclos anteriores, las líneas navieras están respondiendo a las condiciones del mercado con una lógica de maximización de ingresos: reorganización de servicios, modificación de tiempos de tránsito y una política más selectiva respecto al tipo de carga y destinos. Esta situación impacta directamente en los tiempos logísticos y en la planificación comercial de múltiples industrias que dependen del abastecimiento marítimo desde Asia.
Entonces, la disponibilidad de ciertos equipos —entre contenedores refrigerados o unidades especiales— comienza a tensionarse en puertos clave de origen, lo que añade una capa adicional de complejidad operativa al panorama actual.
Este entorno exige a los actores del comercio internacional una planificación anticipada, flexibilidad operativa y un análisis constante del comportamiento del mercado global. Las condiciones varían semana a semana y las decisiones de las navieras responden tanto a variables económicas como a coyunturas diplomáticas.
Con todo, la recomendación es anticipar decisiones logísticas y mantener canales de comunicación activos y directos, entendiendo que la normalidad de los flujos marítimos internacionales dependerá de múltiples factores aún en evolución.