S&P 500 se dispara hacia los 6,700 puntos mientras el dólar vive su peor semestre en 40 años

Desde la óptica bursátil, el entorno resulta particularmente propicio para los activos de riesgo.

En una jornada marcada por tensiones políticas, expectativas en torno a cambios clave en la Reserva Federal y movimientos relevantes en divisas, acciones y bonos, los mercados financieros globales operan con un trasfondo de alta sensibilidad ante factores tanto económicos como geopolíticos. La combinación entre especulaciones sobre el sucesor de Jerome Powell, reformas regulatorias en el sistema bancario de EE.UU., la postura fiscal del Congreso, las ganancias corporativas y los efectos colaterales del conflicto en Medio Oriente definen una coyuntura de alta complejidad, aunque con cierta disposición de los inversores hacia los activos de riesgo.

En Estados Unidos, los mercados continúan absorbiendo una serie de factores macroeconómicos y políticos de profundo calado. La caída del dólar, que acumula una pérdida de más del 10% en lo que va del año (el peor primer semestre en casi cuatro décadas) se da en un contexto de crecientes preocupaciones sobre la salud fiscal del país, una reducción en la demanda extranjera de deuda estadounidense y una mayor percepción de riesgo geopolítico. Esta depreciación del billete verde contrasta con el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro, sugiriendo una revalorización del riesgo soberano en el marco de las negociaciones presupuestarias en el Senado y el posible impacto de un recorte a Medicaid, cuyos detalles aún generan resistencias dentro del propio Partido Republicano.

La Reserva Federal, por su parte, ha abierto un nuevo frente de atención con la publicación de un plan para flexibilizar las normas de capital bancario. La propuesta, calificada como una de las más significativas desde la crisis financiera de 2008, busca reducir el ratio de apalancamiento suplementario mejorado (eSLR) para los grandes holdings bancarios en 1,4 puntos porcentuales, equivalente a una liberación de aproximadamente 13.000 millones de dólares en capital regulatorio. JPMorgan Chase, Bank of America, Goldman Sachs y Morgan Stanley serían los principales beneficiarios, permitiéndoles incrementar su capacidad de préstamo y, posiblemente, aumentar su tenencia de bonos del Tesoro. Esta iniciativa fue aprobada por el consejo de la Fed con una votación de 5 a 2 y ha sido respaldada por la FDIC y la OCC. Según Michelle Bowman, máxima reguladora bancaria de la Fed, se trata de un paso esencial para equilibrar la estabilidad financiera y la resiliencia del mercado de deuda soberana.

Simultáneamente, el presidente Donald Trump ha intensificado su ofensiva política contra Jerome Powell, a quien ha calificado como una persona “mentalmente promedio” y con un “coeficiente intelectual bajo para lo que hace”. Trump evalúa anunciar anticipadamente al nuevo presidente de la Reserva Federal antes del vencimiento oficial del mandato de Powell en mayo de 2026. Entre los nombres que suenan están Kevin Warsh, Kevin Hassett, Chris Waller, David Malpass y Scott Bessent. El solo hecho de discutir este relevo ha generado efectos en los mercados: se ha fortalecido el euro frente al dólar, y han aumentado las probabilidades de un recorte de tasas por parte del FOMC en septiembre hasta un 88%. En paralelo, Morgan Stanley proyecta siete recortes de tasas hasta 2026, con una tasa terminal del 2,5%-2,75%.

Desde la óptica bursátil, el entorno resulta particularmente propicio para los activos de riesgo. Según Tom Lee, los recientes aranceles deben considerarse más como un impuesto que como un factor inflacionario, lo cual ha sido interpretado por ciertos miembros del FOMC como un argumento para flexibilizar. Bill Gross, por su parte, vislumbra un “pequeño mercado alcista” para las acciones y uno bajista para los bonos, resaltando que los rendimientos a 10 años tienden a mantenerse 1,75 puntos por encima de la inflación subyacente. Los estrategas de JPMorgan declararon que ayer se vivió el reinicio no oficial del mercado alcista, impulsado por sólidos flujos institucionales (estimados en 1.250 millones de dólares frente a un promedio mensual de 512 millones) y por la ausencia de participación minorista desproporcionada. Las condiciones actuales favorecerían las acciones con mayor beta, sectores cíclicos y de valor, particularmente si el Senado logra aprobar la versión final del proyecto de ley presupuestario.

Entre las proyecciones, BMO anticipa que el S&P 500 alcanzará los 6.700 puntos hacia fin de año, mientras que Yardeni sostiene que el índice podría marcar un nuevo máximo histórico esta misma semana, beneficiado por la reciente caída del 11,8% del Brent, que se cotiza en torno a los 65,13 dólares por barril. Esta baja ha contribuido a reducir la presión sobre los rendimientos y a fomentar el apetito por la renta variable. Los clientes institucionales, de hecho, compraron acciones tecnológicas a su ritmo más acelerado de la historia durante la semana pasada.

La política monetaria europea también gana protagonismo. De acuerdo con Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, los mercados han reaccionado con una calma sorprendente frente a la escalada geopolítica reciente. De Guindos señaló que el euro podría ampliar su papel global si la UE avanza en reformas estructurales, aunque admitió que se ha hablado mucho y hecho poco para concretar la unión de los mercados de capitales. En paralelo, el euro se acerca a los 1,17 dólares, nivel que representa un importante punto de inflexión técnico según los datos de la Depository Trust & Clearing Corporation, al albergar el mayor volumen nocional en opciones alcistas. HSBC elevó su previsión de fin de año para el euro a 1,20 dólares, desde 1,15 la semana pasada.

A nivel internacional, el conflicto en Medio Oriente continúa influyendo en los mercados globales. El líder supremo de Irán, Ali Jamenei, afirmó que EE.UU. se involucró directamente en la guerra porque temía la destrucción total de Israel, señalando que Irán ha asestado un duro golpe a Washington. El portavoz del Consejo de Guardianes confirmó que el Parlamento iraní aprobó una ley para suspender la cooperación con el organismo de control nuclear de la ONU. Este endurecimiento estratégico ocurre en medio de crecientes tensiones diplomáticas y amenaza con escalar aún más la fractura en la región. Trump, por su parte, ha pedido la cancelación de los procesos judiciales contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, fortaleciendo la narrativa de realineamiento geopolítico bajo su liderazgo.

En Asia, el aumento de los alquileres en Tokio es una señal de que el ciclo inflacionario se profundiza en Japón, planteando desafíos para el Banco de Japón en su política de normalización monetaria. Este fenómeno reafirma las tensiones inflacionarias subyacentes en la economía nipona, y podría anticipar ajustes adicionales en la hoja de ruta del banco central japonés.

 

El entorno macroeconómico y geopolítico actual configura un escenario de aparente calma en los mercados, pero con profundas turbulencias latentes. La combinación de un dólar debilitado, cambios regulatorios en la banca, la anticipación de un sucesor de Powell, y el reforzamiento de posturas institucionales ante las tensiones en Medio Oriente, ofrece una ventana de oportunidad para activos de riesgo en el corto plazo, particularmente en acciones tecnológicas y sectores de valor.

Sin embargo, esta dinámica positiva dependerá críticamente de dos factores: primero, la aprobación del proyecto de ley presupuestario en el Congreso estadounidense, que podría marcar un punto de inflexión fiscal y de confianza en el dólar; y segundo, la estabilidad en Medio Oriente, que sigue siendo frágil y volátil.

En el corto plazo, el S&P 500 podría consolidarse por encima de sus máximos previos y apuntar a la zona de 6.500–6.700, mientras que el euro podría beneficiarse del momentum técnico y político para buscar los 1,20 dólares. La renta fija enfrenta presión, pero con posibles oportunidades en tramos medios de la curva si se materializa un entorno de relajación monetaria por parte de la Fed. Los inversores deberían mantenerse posicionados en activos con alta beta, evitar sobreexposición a la deuda larga y vigilar cuidadosamente los próximos nombramientos y anuncios regulatorios desde Washington y Bruselas.

El mercado ha comenzado su «verano institucional» con fuerza, pero la sostenibilidad de este rally dependerá menos del flujo de capitales y más de las decisiones políticas que se avecinan. La cautela informada es la estrategia más rentable en este entorno híbrido entre euforia y fragilidad.