Un proyecto de más de 1.700 millones de dólares consolida el posicionamiento del Perú en el mercado global del hierro, mientras Chile observa con atención el avance de su principal competidor regional.
El avance de las inversiones chinas en América Latina continúa marcando el pulso de la minería regional. Esta vez, la atención está centrada en el megaproyecto Pampa de Pongo, liderado por Jinzhao Mining Perú, una firma de capitales chinos que ha comprometido 1.781 millones de dólares para desarrollar uno de los mayores depósitos de hierro del continente, ubicado en la provincia de Caravelí, Arequipa.
Según lo señalado por los organizadores de la Expo Mineros y Proveedores, esta obra no solo será estratégica por su dimensión, sino también por su impacto en el posicionamiento del Perú como actor clave en la industria global del hierro. Se espera que, una vez en marcha, el proyecto tenga una vida útil de más de 21 años y una capacidad de extracción anual de 22.5 millones de toneladas de mineral de hierro.
Actualmente, Pampa de Pongo se encuentra en fase de modificación de su Instrumento de Gestión Ambiental (IGA), paso clave para dar inicio a la construcción dentro de este mismo año. El distrito de Bella Unión y Lomas será el escenario de una obra que no solo podría dinamizar la economía local, sino también redibujar el mapa de la minería de hierro en la región.
Pero este ambicioso plan no pasa desapercibido al otro lado de la frontera. En Chile, tradicional potencia minera del continente, el avance del proyecto ha generado inquietud. Las dos naciones compiten en la atracción de inversión extranjera directa (IED) y en la consolidación de nuevas cadenas de valor en torno a sus recursos minerales. La entrada agresiva de capitales chinos en el Perú, con megaproyectos como este, representa un desafío para el vecino del sur, que enfrenta mayores restricciones regulatorias y ambientales.
En ese contexto, la rivalidad minera entre Perú y Chile adquiere nuevas dimensiones. Mientras el Perú continúa fortaleciendo su atractivo para la inversión minera extranjera —con menores barreras normativas y alta disponibilidad de recursos—, Chile deberá replantear sus estrategias si desea mantener su liderazgo histórico en el sector.
