Ataque de Israel a Irán sacude los mercados: petróleo en alza, dólar a la baja y temor de escalada militar

En cuanto al petróleo ruso, Europa, Canadá y el Reino Unido manifestaron su disposición a reducir aún más el tope de precios, incluso sin el apoyo de EE.UU.

En una jornada marcada por un cúmulo de eventos geopolíticos críticos, tensiones militares y decisiones de política económica, los mercados financieros han navegado entre la incertidumbre y el ajuste de expectativas. Las noticias procedentes de Estados Unidos, el conflicto entre Israel e Irán, y las reacciones políticas y corporativas en Europa y Asia delinean un escenario altamente volátil donde la macroeconomía se entrelaza con decisiones diplomáticas y tecnológicas que podrían reconfigurar el equilibrio global en los próximos meses.

Desde Estados Unidos, la actividad política y económica ha sido intensa. El presidente Donald Trump ha dominado la agenda pública con una retórica agresiva y decisiones ejecutivas de alto impacto. En materia fiscal, firmó una resolución que revoca las regulaciones sobre vehículos eléctricos impuestas por California, al tiempo que expresó críticas directas hacia el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, acusándolo de provocar un gasto anual de 600.000 millones de dólares debido a políticas monetarias tardías, y sugiriendo que podría “forzar algo”, comentario que ha generado inquietud en torno a la independencia del banco central. A pesar de su insistencia en tasas de interés más bajas, Trump afirmó que no tiene intención de despedir a Powell, aunque dejó claro que preferiría una política de deuda barata a largo plazo.

En el frente tributario, el Comité de Presupuesto del Congreso (CBO) reveló que el nuevo proyecto fiscal del Partido Republicano favorecería principalmente al decil de mayores ingresos, otorgándoles un aumento del 2,3% en sus rentas, mientras que el 10% más pobre sufriría un recorte del 3,9%, ampliando así las desigualdades estructurales. El Secretario del Tesoro, Bessent, también se mantuvo activo en diversos frentes: desde expresar satisfacción parcial con las leyes tributarias de salud, hasta advertir sobre la actitud inflexible de la Unión Europea en las conversaciones comerciales y destacar la estrategia de “máxima presión” hacia Irán.

En política comercial, la relación entre EE. UU. y China continúa siendo un eje crucial. Mientras Bessent declaró que China sigue aumentando su capacidad manufacturera, añadió que un eventual reequilibrio comercial podría ocurrir si Beijing abre su economía a los productos estadounidenses. El Subsecretario de Comercio, Kessler, confirmó su participación en negociaciones en Londres, sin ofrecer detalles adicionales. Paralelamente, Trump manifestó interés en hablar con Elon Musk sobre la industria de vehículos eléctricos, declaró su aprecio por China y Xi Jinping, y anticipó la posibilidad de elevar aranceles a automóviles en un futuro cercano, sugiriendo así un giro estratégico en las relaciones económicas con Asia.

La tecnología y el comercio de recursos estratégicos también fueron foco de atención. El CEO de Nvidia, Jensen Huang, anunció que la empresa dejará de incluir a China en sus previsiones debido a las restricciones de exportación de chips impuestas por EE.UU., un movimiento que refleja la creciente fragmentación tecnológica global. AMD, por su parte, aseguró que sus chips de IA MI350 superan en rendimiento a los de Nvidia, intensificando la carrera en el segmento más dinámico del sector semiconductores. En paralelo, el secretario de Estado se reunió con altos cargos de Kazajstán para discutir sobre minerales raros, destacando la creciente importancia geoestratégica de estos recursos en la transición tecnológica.

El frente geopolítico ha alcanzado niveles críticos tras el ataque aéreo de Israel a Irán. Aviones de la Fuerza Aérea israelí, bajo supervisión de su División de Inteligencia, atacaron la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, causando la muerte de altos mandos militares como Mohammad Hossein Bagheri y Hossein Salami, así como de prominentes científicos nucleares como Fereydoun Abbasi-Davani. El líder supremo iraní, Alí Jamenei, prometió una «venganza amarga», y medios iraníes responsabilizaron directamente a Estados Unidos por una supuesta coordinación tácita. Arabia Saudita, la Liga Árabe y la OTAN condenaron enérgicamente los ataques, mientras el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, hizo un llamado urgente a la desescalada. El presidente iraní aseguró que el gobierno tomó el control inmediatamente después del «ataque criminal», y la Organización de Energía Atómica de Irán confirmó daños en Natanz, aunque sin víctimas reportadas inicialmente.

Estados Unidos respondió con medidas de contención diplomática y advertencias a sus ciudadanos en la región para que ejerzan mayor precaución. Al mismo tiempo, la posibilidad de una guerra abierta en Medio Oriente se acentúa, con Israel considerando nuevas acciones militares y el despliegue de sus fuerzas hacia nuevos frentes. Los futuros del petróleo reaccionaron violentamente, subiendo hasta un 13% durante la noche, mientras JP Morgan advirtió que, en un escenario extremo, los precios del crudo podrían alcanzar los 130 dólares por barril. El mapa energético estratégico elaborado por JPM destaca la vulnerabilidad del estrecho de Ormuz, por donde transita una parte esencial del suministro mundial de petróleo, sin que jamás se haya cerrado en la historia registrada, aunque las tensiones actuales aumentan el riesgo de una posible intervención militar estadounidense.

En el ámbito monetario, el dólar ha perdido cerca del 10% de su valor en lo que va del año, reflejando las presiones fiscales, la incertidumbre monetaria y las dislocaciones geopolíticas. En los mercados de renta variable, el reciente rally ha encarecido las acciones estadounidenses frente a los bonos. Según los análisis históricos, cuando la prima de riesgo se sitúa en niveles como los actuales, el S&P 500 ha ofrecido una rentabilidad promedio a 12 meses de tan solo el 2,5% durante los últimos 30 años, lo que advierte sobre una posible sobrevaloración.

En el sector corporativo, Amazon y Walmart están considerando emitir sus propias monedas estables, lo que representa un giro estratégico hacia la digitalización de los pagos y una posible descentralización del sistema financiero tradicional. Mientras tanto, Netflix recibió una mejora en su precio objetivo por parte de Oppenheimer, que lo elevó de 1.200 a 1.425 dólares por acción, reflejando expectativas optimistas en torno a su rendimiento futuro.

Europa se ve afectada por la ralentización económica. La producción industrial en la zona euro cayó un 2,4% en abril frente a marzo y un 0,8% frente al mismo mes del año anterior, lo que refleja una pérdida de dinamismo en la economía continental. Los datos del IPC en Alemania y Francia permanecieron estables, con cifras en línea con las expectativas (Alemania: 2,1%; Francia: 0,7% interanual), aunque todavía lejos de los objetivos del Banco Central Europeo. El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, recientemente expresó que el foco del organismo se está desplazando desde la inflación hacia la preocupación por el bajo crecimiento, respaldado por la resiliencia del mercado laboral. Esta evolución podría condicionar la política monetaria de la eurozona en el segundo semestre del año.

En cuanto al petróleo ruso, Europa, Canadá y el Reino Unido manifestaron su disposición a reducir aún más el tope de precios, incluso sin el apoyo de EE.UU., y la mayoría de los miembros del G7 está lista para avanzar en esta dirección. India y Estados Unidos también han endurecido sus posturas de cara a la fecha límite de sus conversaciones comerciales en julio, ampliando el abanico de fricciones multilaterales activas.

Asia, por su parte, se mantiene como espectadora activa del conflicto en Medio Oriente. China ha sido indirectamente aludida en los análisis estratégicos del estrecho de Ormuz, dado su alto nivel de dependencia energética de la región. Asimismo, su exclusión de las previsiones de Nvidia representa un retroceso en su acceso a tecnología de punta, en un entorno cada vez más marcado por la segmentación de cadenas de suministro estratégicas.

El panorama actual revela un entorno de elevada tensión geopolítica, creciente segmentación tecnológica y volatilidad macroeconómica global. La agresión de Israel a Irán representa el mayor punto de inflexión geoestratégico desde el inicio de la guerra en Ucrania, con implicaciones directas en los precios del crudo, las rutas comerciales críticas y la estabilidad regional. Este riesgo, combinado con la presión interna sobre la Fed y los movimientos fiscales de la administración Trump, crea un cóctel de incertidumbre para los mercados.

Los activos de riesgo enfrentan un dilema de valoración frente a los bonos, y con una prima de riesgo históricamente baja, los retornos esperados para el S&P 500 podrían ser modestos. El mercado de renta fija podría captar más flujos en los próximos meses si las tensiones escalan, lo que también presionaría a la baja al dólar, ya debilitado.

En términos prospectivos, si el conflicto en Medio Oriente se intensifica, podríamos ver una disparada del crudo hacia los $120-$130, desatando un nuevo episodio inflacionario global y complicando las trayectorias de recorte de tasas de los principales bancos centrales. Las oportunidades podrían emerger en activos defensivos, bonos a largo plazo y sectores energéticos. Por el contrario, la tecnología —especialmente la ligada a exportaciones restringidas— podría enfrentar revaluaciones a la baja.

La clave para los inversores será una asignación dinámica, con enfoque táctico, evitando sobreexposición en activos de riesgo y monitoreando los flujos hacia el dólar, el oro y el petróleo como barómetros de tensión estructural. La volatilidad seguirá siendo elevada en el corto plazo, pero también ofrecerá oportunidades significativas para quienes logren anticipar los próximos movimientos del tablero geopolítico y económico global.