La otra cara del megapuerto: cuando la inversión atrae al crimen

La obra de US$3.400 millones en Chancay prometía dinamizar la economía y el comercio exterior. Hoy enfrenta un nuevo riesgo: la amenaza del crimen organizado.

El Megapuerto de Chancay, uno de los proyectos logísticos más ambiciosos del Perú, ha pasado de ser un símbolo de integración comercial con Asia a convertirse en un foco de tensión económica y social. A solo meses de su inauguración oficial prevista para noviembre de 2024, el puerto —desarrollado por COSCO Shipping Ports y Volcan Compañía Minera— enfrenta un desafío inesperado: el asedio del crimen organizado.

La inversión de más de US$ 3.400 millones buscaba transformar al Perú en un hub logístico del Pacífico Sur, permitiendo exportaciones directas de productos peruanos —como arándanos, aguacates y minerales— hacia Asia. Sin embargo, el valor estratégico del puerto también lo ha vuelto atractivo para las mafias, que hoy disputan el control de su entorno económico con métodos violentos.

El auge portuario ha provocado un efecto colateral perverso: extorsiones, amenazas y atentados contra comerciantes locales de Huaral y Chancay. Según denuncias recogidas por medios nacionales, organizaciones criminales como Los Pulpos, Los Monos de Quepepampa y los Antitren (también conocidos como Puros Hermanos Sicarios) buscan controlar el flujo económico y las actividades logísticas vinculadas al puerto. El objetivo final sería instalar rutas de tráfico ilícito aprovechando las conexiones internacionales que ofrece el nuevo terminal.

Desde la inauguración parcial del megapuerto en noviembre de 2024, se han reportado asesinatos, extorsiones con explosivos y amenazas sistemáticas. Comerciantes aseguran que el nivel de violencia no tiene precedentes y que el Estado no está actuando con la celeridad ni contundencia necesarias.

Además de la inseguridad, persisten otros retos estructurales que limitan la promesa económica del proyecto: infraestructura vial insuficiente, ausencia de una Zona Económica Especial (ZEE), déficit de capital humano especializado y la falta de un plan integral de desarrollo regional.

La falta de acción pública frente a estos problemas no solo pone en riesgo la inversión extranjera directa (IED), sino que además puede erosionar la competitividad portuaria del país. Si el Perú no logra consolidar un entorno seguro y eficiente para este tipo de megaproyectos, podría perder protagonismo en el corredor Asia-Sudamérica frente a competidores como Colombia, Ecuador o Chile.

El Megapuerto de Chancay, llamado a ser el nuevo corazón logístico del Perú, se encuentra hoy atrapado entre dos fuerzas: la promesa de desarrollo económico y la amenaza del crimen. El desenlace dependerá de cuán rápido y eficazmente el Estado logre actuar para proteger su infraestructura estratégica y el entorno empresarial que la sostiene.