En un contexto de conflictos, imposición de aranceles y crisis climática, el sistema de comercio internacional debe favorecer la difusión de tecnologías, bienes y servicios y servir como plataforma de inclusión y cooperación entre los países.
El comercio global es clave para promover la economía circular
En un contexto de conflictos, imposición de aranceles y crisis climática, el sistema de comercio internacional debe favorecer la difusión de tecnologías, bienes y servicios y servir como plataforma de inclusión y cooperación entre los países.
América Latina y el Caribe, con énfasis en Brasil, centro de una rica biodiversidad y realidades económicas diversas, tienen un alto potencial de crecimiento en la transición circular como región proveedora de recursos naturales y materiales al mercado global. Existen oportunidades para nuevos modelos de negocios sostenibles, basados en la estrategia de rediseñar la producción y el consumo, pero el ritmo del cambio depende de la participación de los sistemas comerciales.
“El mundo se está actualizando y el país puede actuar como proveedor de soluciones, en un escenario que va más allá de las discusiones ambientales, involucrando cuestiones geopolíticas y de competitividad”, afirma Izabella Teixeira, exministra de Medio Ambiente y copresidenta del Panel Internacional de Recursos, durante el Foro Mundial de Economía Circular 2025 (WCEF).
La cuestión del cambio climático está entrelazada con la dinámica geopolítica de un mundo marcado por conflictos y guerras entre países. “Estamos en un proceso disruptivo de reconstrucción del orden internacional, de reescritura de las reglas del juego, mediante las cuales los países reorganizan sus intereses económicos de poder”, afirmó Teixeira, en la inauguración del segundo día del evento (14/5), realizado por el Fondo Finlandés de Innovación (Sitra), Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), Senai-SP, Confederación Nacional de la Industria (CNI) y Senai Nacional, en el Parque Ibirapuera, en São Paulo. La audiencia presencial alcanzó las 1.200 personas.
Nuevas visiones del desarrollo
Según el exministro, este momento de redefinición global se produce no sólo por la escasez de recursos naturales, sino también por la demanda de nuevas visiones de desarrollo, incluidos los patrones de consumo, con la sustitución de combustibles fósiles. “En este tema, la cuestión principal hoy no es quién produce, sino quién consume y quién compra petróleo en el mundo”, expresó Teixeira. Predice impactos significativos en las cadenas productivas y el comercio internacional: “Los mercados se están reinventando”.
Este debate, en el análisis del ex ministro, es global e innovador. “Hablamos del riesgo climático y del costo del dinero en el mundo, porque las soluciones son caras”, señala Teixeira, para quien la decisión estratégica de descarbonizar la economía se reflejará en el comercio nacional, regional e internacional. “También requerirá una visión de convergencia entre las eras del cambio climático, la naturaleza y la tecnología digital”.
Refuerza que la sinergia entre las cuestiones de apropiación de recursos naturales, circularidad e impacto en el comercio es uno de los temas más catalizadores para la transformación –o para perpetuar realidades-. “Debemos jugar de forma estructurada para que todos ganen. En un mundo fragmentado, las piezas se conectarán de maneras innovadoras en torno a intereses comunes convergentes, y no precisamente al consenso”, añade Teixeira.
En la cumbre climática COP 30 de este año en Brasil, sugiere que el país tome una posición en el debate sobre land transition (o transición en el uso de la tierra), no sólo de deforestación. “Debemos encontrar nuevas formas de garantizar la seguridad alimentaria, mineral y energética, con un uso eficiente de los recursos y materias primas, con la naturaleza como gran aliada”.
En el debate sobre quién paga la factura climática por el uso intensivo de energía y recursos naturales, expresa Teixeira, Brasil busca una nueva visión de un modelo de desarrollo sin repetir el patrón del Norte Global, que tiene buenos indicadores sociales, pero consume 10 veces más recursos naturales que los países de bajos ingresos.
Contribución del comercio internacional
Según Tatiana Prazeres, secretaria de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio (MDIC), alinear el comercio global con el compromiso con el desarrollo sostenible es un gran desafío. Según ella, el sistema de comercio internacional puede servir para apoyar y acelerar la transición hacia modelos de negocio más sostenibles, pero es necesario considerar dos pilares. El primero es fomentar la difusión de tecnologías, bienes y servicios que contribuyan a este objetivo. El segundo es servir como plataforma de inclusión y cooperación entre países, para que la transición sea justa.
Recuerda, sin embargo, que la Organización Mundial del Comercio (OMC), creada en 1995, después de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Río 92), tiene acuerdos en varios segmentos, pero no relacionados con el comercio y el medio ambiente. “Si la OMC quiere ser relevante en este sentido, es muy importante hacer un esfuerzo teniendo en cuenta los pilares de la difusión tecnológica y la transición justa e inclusiva”, refuerza Prazeres.
Hay un grupo de países, incluido Brasil, que quieren avanzar en las reglas comerciales sobre este tema. Según ella, en el ámbito del G20, el año pasado, la presidencia brasileña influyó en la adopción de un documento de consenso –Principios del G20 sobre Comercio y Desarrollo Sostenible– que constituye una contribución a una nueva gobernanza global sobre el tema.
“El comercio puede fomentar los objetivos de circularidad, con criterios de equidad, porque son más costosos que los lineales”, explica Emmanuel Chaponnière, responsable de la división de economía circular y desarrollo sostenible del Banco Europeo de Inversiones (BEI). La organización ha desarrollado estándares de circularidad en el continente, con repercusiones en otras regiones del mundo. La mayoría de las cadenas de suministro son globales y susceptibles de ser reforzadas con reglas que terminan influyendo en el desarrollo inclusivo y sostenible en los países de origen, como explica Chaponnière.
Leonardo Lahud, especialista en comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), advierte que “la productividad en América Latina y el Caribe se ha estancado en los últimos años, con desafíos relacionados con el capital humano, la deuda y la infraestructura”. La integración entre los países latinoamericanos representa sólo el 15% del comercio total de la región, mientras que en Asia la tasa es del 55% y en Europa, del 68%.
En América Latina, el 40% de las exportaciones son bienes intermedios, es decir, bienes necesarios para la producción de otros bienes. “En tiempos de guerra comercial, la tendencia al reshoring (transferencia de actividades productivas de regreso al país de origen de la empresa) puede ser una fuerza catalizadora, un activo importante para la integración regional como medio para lograr resiliencia y sostenibilidad”, analiza Lahud.
África adoptó recientemente la zona de libre comercio continental, una oportunidad para una mayor interacción entre los países africanos, con el potencial de crear un nuevo mercado por un valor de 3,4 billones de dólares. “Hoy en día, las barreras comerciales afectan significativamente el comercio del continente, elevando los costos, y eliminarlas es el desafío más urgente”, señala Al-Hamndou Dorsouma, director del African Development Bank.
El objetivo actual es aumentar el intercambio comercial entre países del 15% al 45% del mercado externo total del continente antes del 2045. “Pero en la economía circular, necesitamos armonizar estándares, porque tenemos 54 países con diferentes reglas en el continente”, señala Dorsouma.
El poder del consumidor
Para Rafael Cervone, presidente del Centro de Industrias del Estado de São Paulo (Ciesp) y vicepresidente de Fiesp, es necesario “tener un nivel de competencia global, con regulaciones muy bien diseñadas”. Según él, cuando se habla de competitividad hay que tener presente el concepto de economía circular y su relación intrínseca con el desempeño ambiental del producto.
La forma en que se obtienen las materias primas, la energía utilizada en el proceso, los insumos de producción, el embalaje y la eliminación de residuos, todo esto, expresa Cervone, cuenta una historia, una narrativa que necesita llegar a nuevos consumidores.
“Nadie mejor que el consumidor para imponer la solución de circularidad, porque necesitamos lograr escala y tener costos competitivos”, señala. “Pero de nada sirve hablar de ‘consumo consciente’ sin resolver cuestiones como la compra de productos piratas y de contrabando que no pagan impuestos”, advierte.
Iniciativas circulares más competitivas
La pregunta clave es cómo rediseñar las estructuras y vías económicas para que las iniciativas circulares sean competitivas. “Necesitamos eliminar las barreras no arancelarias a los productos secundarios no contaminantes, como ya lo hace India, además de crear incentivos fiscales para la industria del reciclaje, siguiendo el ejemplo de Colombia”, enfatiza Pavan Sukhdev, CEO de GIST Impact.
Liisa Folkersma, asesor finlandés de la OMT, recuerda que el tema de la economía circular llegó a la organización en 2018, propuesto por iniciativa de Finlandia. “Es un tiempo muy corto en el contexto del comercio internacional”, afirma. En su opinión, es el momento adecuado para construir una base de conocimientos que reúna a 166 países mediante diálogos voluntarios que podrían llegar a ser vinculantes en el futuro.