Petropeor

Por Antero Flores-Araoz

Ha pasado muchísimo más de medio siglo, de la desaparición de la Empresa Petrolera Fiscal y su reemplazo por Petroperú, así como desde el escándalo de la supuesta desaparición de la página once de un contrato para resolver la problemática petrolera de nuestro país, en que el autor de la denuncia, edición de libro de por medio, demostró que tal página no existía, pues si un contrato solo lo firma una de las partes, simplemente no es contrato, ya que no hay manifestación de voluntad plural,

También ha pasado mucha agua bajo el puente, desde que celebrábamos con júbilo las perforaciones exitosas de pozos petroleros en nuestra selva, como en Pavayacu y Trompeteros, así como la construcción del llamado oleoducto norperuano desde la selva de Loreto hasta la localidad de Talara, donde se encontraba la planta procesadora del petróleo.

También fuimos testigos del desempeño de Petroperú para operar grifos por doquier, hasta que un gobierno con visión empresarial práctica se dio cuenta que era mejor que la iniciativa privada se encargase del rubro empresarial y el Estado de dedicarse a la regulación, fiscalización y percepción de los tributos para que con ellos mantener el aparato estatal y ejecutar las obras públicas necesarias, como por ejemplo carreteras, puertos y servicios esenciales.

En realidad el Estado a través de Petroperú, de su propiedad  se despojó  de las joyas de la corona que eran los grifos, pero retuvo la refinación principalmente en Talara, el oleoducto, así como la exploración y explotación de pozos petroleros Lo adecuado debió ser, transferir  toda la operación al sector privado

Bueno pues, el Estado no solo se quedó con toda la operación, excepto los grifos, sino que encima se le ocurrió “mejorar” la refinería de Talara con una inversión considerable, que con el pasar de los meses y años se iba encareciendo más y más, pero lamentablemente no para mejorar sino para llenarnos de problemas tanto operativos como financieros.

Encima de todo lo señalado, se ha expedido recientemente la Ley N° 32296 que declara de interés nacional la puesta en operación de la refinería Pucallpa y la modernización de la refinería Iquitos, que en la realidad es el anuncio de mayor inversión estatal, que sale de los impuestos que pagamos todos los peruanos, para más aventuras riesgosas a cargo de funcionarios públicos con recursos de nuestros bolsillos.

¡Basta ya! Dejen de jugar “Monopolio” con el dinero proveniente de nuestros impuestos, pues el resultado hasta ahora podríamos calificarlo generosamente de deficiente. Paren de despilfarrar las arcas fiscales y emprendan la retirada.  Ya no se trata de cuanto ganar, sino de no seguir perdiendo. Las grandes responsabilidades de carácter empresarial no deben ser entregadas a calichines, que lejos de hacer una gestión adecuada y conveniente a los intereses del Perú dilapidan sus fondos.