El gerente de Forestal Santa Blanca, Ignacio Vera, plantea que la próxima administración tiene el desafío de recuperar el protagonismo de los pequeños productores, quienes perdieron terreno tras la disminución del fomento. Llama a convocar una mesa amplia que incluya a las pymes —no solo a las grandes empresas— y a sincronizar la inversión en obras públicas con la reactivación del sector.
El sector forestal enfrenta una encrucijada histórica. Si bien el escenario actual amenaza al tejido social y productivo del mundo rural, también representa una oportunidad única para revitalizarlo si se toman las decisiones correctas.
Ignacio Vera Izquierdo, gerente general de Forestal Santa Blanca, advierte que la administración que asumirá el próximo 11 de marzo recibirá una industria golpeada por una «tormenta perfecta», pero con el potencial de revertir la falta de incentivos. Según el ejecutivo, se ha olvidado que la silvicultura es un «negocio de paciencia» radicalmente distinto a la agricultura tradicional: mientras los cultivos anuales rentan en cinco o seis años, una plantación de pino requiere un ciclo de 20 años.
Es aquí donde surge uno de los principales desafíos del nuevo gobierno: volver a potenciar las pymes forestales. Estas empresas, que en tiempos pasados fueron un motor potente gracias a las políticas de fomento que hubo, han perdido terreno considerablemente. Pedirle a una Pyme que inmovilice capital por dos décadas sin el apoyo estatal que existía antes de 2012 es complejo, pero la nueva administración tiene la oportunidad de transformar a estos productores nuevamente en protagonistas del desarrollo rural.
A este escenario económico se suma una batalla cultural que ha «demonizado» injustamente a la industria. Vera sostiene que se ha acusado al pino de secar los suelos, ignorando la evidencia de que, en muchas zonas erosionadas del secano costero, ha sido la única especie capaz de regalar cobertura verde y detener el avance del desierto.
Para revertir esto, la propuesta es transitar hacia un modelo de mosaicos forestales. Esta estrategia no solo busca recuperar la productividad, sino integrar el manejo del paisaje combinando áreas de conservación, cortafuegos biológicos y zonas productivas. El mosaico forestal es la respuesta técnica para validar socialmente al sector y permitir que las Pymes operen bajo estándares de sostenibilidad modernos.
Infraestructura y nueva gobernanza
Sin embargo, la sostenibilidad ambiental será letra muerta si no se resuelve la urgencia logística. Vera alerta que proyectos como el nuevo puerto comercial para el Maule en Constitución —inversión potencial de US$ 532 millones— corren el riesgo de ser «elefantes blancos» si no van acompañados de la ejecución de la doble vía San Javier-Constitución (Ruta L-30-M). Esta obra es vital no solo por seguridad, sino para conectar eficientemente a los productores locales con los mercados globales.
Por ello, el emplazamiento final es claro: el Presidente electo José Antonio Kast tiene el desafío ineludible de liderar esta alianza público-privada. A diferencia de gobiernos anteriores, la próxima administración tiene la oportunidad y la responsabilidad de involucrar a más actores a la hora de conversar sobre las políticas públicas. No basta con que las conversaciones sean con Arauco y CMPC; es imperativo involucrar también a un grupo de pymes forestales que tienen mucho que decir.
“Su administración debe ser la encargada de sincronizar la inversión en obras públicas con el fomento productivo, promoviendo una silvicultura que, lejos de ser el problema, sea parte de la solución para la recuperación de suelos degradados y el motor de desarrollo para miles de familias”, concluye Ignacio Vera.






