La economía es una disyuntiva que los argentinos sortean cada día para llegar a fin de mes. Argentina es una montaña rusa económica pero con tiempo y directrices se puede llevar a una estabilización para que en el 2026 pegue la vuelta y los ciudadanos puedan ver el fruto económico
TEXTO Matías Repetto
Balances recuperados y mostrando una recuperación tras años de dificultades y sufrimiento por políticas erróneas y pocas efectivas. El presidente Milie logró, dos años después, estabilizar la economía nacional con un giro significativo en las proyecciones con los organismos internacionales. Ante eso el año 2026, promete ser la temporada de crecimiento generalizado, aunque también se presentan varios desafíos en materia fiscal e inflacionarios.
El 2025 se caracteriza por realizar hitos importantes, que influyeron el en primer superávit fiscal registrado a principios de año, catorce años después de negligencia y pocas predisposición. Las cifras oficiales y de las entidades internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial proyectan un crecimiento sólido del Producto bruto interno cercano al 4,5% o del 5,5% para el cierre de este año. Este número se atribuye a una macroeconomía estabilizada y con inversiones en el sector de energía y agroindustrial.
Ante la esperanza del crecimiento. El gobierno tiene la preocupación por la inflación qué la tiene vigilada y estudiada. En consecuencia, las expectativas del cierre del 2025 rondaría el 29,5 por ciento anual, y se esperaría la desaceleración para un lapso más adelante.
El consenso de analistas y consultoras privadas anticipa un 2026 de crecimiento para todos los sectores económicos, impulsado por el consumo privado y las exportaciones. Siendo una temporada cautelosa. En principio, las proyecciones iniciales del FMI y el BM para 2026 se situaban entre el 4% y 4,3%. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recientemente ajustó a la baja su pronóstico de expansión del PIB para 2026, del 4,3% al 3%, citando un arrastre estadístico más débil y la necesidad de resolver el desorden monetario.
En segunda instancia, se espera una desaceleración de la inflación más marcada, con proyecciones del Banco Central (BCRA) y el Gobierno que estiman tasas anuales en el rango del 19,6% al 22,7%. Y por último, el dólar oficial cerraría a $1.746 pesos argentinos por unidad.
Para finalizar, la recuperación económica dependerá crucialmente del éxito del plan fiscal del gobierno y de la estabilización del frente financiero y cambiario. El país se encuentra en un programa de Facilidad Ampliada con el FMI, superando las metas de superávit primario proyectadas.
En resumen, Argentina transita de un 2025 de recuperación potente hacia un 2026 de consolidación, aunque los ajustes en las proyecciones de crecimiento de organismos como la OCDE llaman a mantener una gestión prudente para asegurar la sostenibilidad a largo plazo.






