Minerales de tierras raras: el recurso estratégico que marca el pulso del acuerdo comercial entre EE. UU. y China

China mantiene el dominio global sobre estos 17 metales esenciales para la tecnología y la defensa, y los utiliza como ficha de poder en su relación comercial con Washington.

La batalla por los metales del futuro

El reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y China, impulsado por la administración de Donald Trump, pone nuevamente en el centro de la discusión a los minerales de tierras raras, un recurso clave para la economía digital y las industrias de alta tecnología. Durante meses, las tensiones se concentraron en las restricciones impuestas por Beijing al comercio de estos materiales estratégicos, lo que paralizó los avances en las negociaciones bilaterales.
China se comprometió a revertir parte de las nuevas normas impuestas a las exportaciones, aunque mantiene las restricciones anunciadas en abril. Esta medida busca aliviar las presiones sobre las cadenas de suministro estadounidenses, que dependen casi por completo del procesamiento chino.

Qué son las tierras raras y por qué importan tanto

Las tierras raras son un conjunto de 17 elementos metálicos de la tabla periódica, entre ellos el escandio, el itrio y los lantánidos. Aunque su nombre sugiere escasez, son relativamente abundantes en la corteza terrestre; lo que las hace valiosas es la complejidad y el alto costo de su extracción y refinado, procesos que además implican impactos ambientales significativos.
Estos metales son esenciales para la producción de teléfonos inteligentes, turbinas eólicas, autos eléctricos, luces LED, equipos médicos y armamento avanzado. En el ámbito militar, son indispensables para los aviones F-35, misiles Tomahawk y sistemas satelitales, lo que explica su importancia estratégica para la seguridad nacional de EE. UU.

China, el gran dominador

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, China produce el 61 % de las tierras raras del mundo y controla el 92 % del procesamiento global. Esto significa que, incluso cuando otros países extraen el mineral, deben enviarlo a China para su refinamiento.
Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con una sola mina operativa en California, pero no posee capacidad para separar los minerales pesados de los ligeros, lo que lo obliga a depender de las plantas chinas. “China ha demostrado su disposición a instrumentalizar esa dependencia”, explicó Gracelin Baskaran, directora del Programa de Seguridad de Minerales Críticos del CSIS.

Un arma en la guerra comercial

Las tierras raras se han convertido en una de las principales herramientas de presión de Beijing. A inicios de este mes, el gobierno chino amplió su lista de control, exigiendo licencias de exportación para cinco nuevos elementos y elevando a 12 los minerales restringidos. También impuso permisos para las tecnologías asociadas a su procesamiento.
Washington reaccionó con dureza. Entre 2020 y 2023, el 70 % de las importaciones estadounidenses de compuestos y metales de tierras raras provinieron de China, según el Servicio Geológico de EE. UU. Las nuevas medidas amenazan con encarecer los insumos tecnológicos y agravar la tensión comercial entre las dos mayores economías del mundo.

Hacia una independencia tecnológica

El acuerdo alcanzado esta semana intenta reducir la vulnerabilidad estadounidense ante el control chino, pero el desafío estructural permanece. EE. UU. busca diversificar su cadena de suministro y aumentar su capacidad de procesamiento interno, mientras China refuerza su estrategia de dominación industrial y tecnológica.
Las tierras raras se perfilan, así, como el nuevo campo de batalla económico y geopolítico del siglo XXI, donde la energía, la innovación y la defensa convergen en una disputa que definirá el equilibrio del poder global.