Las proyecciones internacionales sitúan a México entre las 10 economías más grandes del mundo en apenas cinco años, superando a gigantes de Europa y Asia y reconfigurando el tablero comercial global.
Una transformación silenciosa se está gestando en América Latina. Contra todos los pronósticos centrados históricamente en Brasil o Argentina, México se perfila como una de las diez economías más poderosas del planeta para el año 2030, medido en términos de Producto Interno Bruto ajustado por Paridad de Poder Adquisitivo (PPA).
Estudios recientes revelan que el PIB ajustado de México podría alcanzar los USD 3,66 billones, ubicándolo por delante de varias potencias tradicionales en crecimiento económico e influencia internacional. Este avance tiene implicancias estratégicas: el país no solo consolidaría su liderazgo regional, sino que podría reconfigurar la balanza comercial y diplomática entre Estados Unidos, China y otros actores globales.
El caso mexicano no responde únicamente al tamaño de su economía. Su ubicación geoestratégica, su población joven y dinámica, y un sector industrial cada vez más robusto lo colocan en una posición única. México se beneficia de una fuerte relación comercial con EE. UU. a través del T-MEC, pero también ha diversificado sus alianzas con mercados asiáticos y europeos, ampliando su influencia.
Además, su potencial energético, su rol en las cadenas de suministro norteamericanas y su impulso a sectores como el automotriz, la manufactura avanzada y las tecnologías limpias, lo convierten en un actor con capacidad de articular desarrollo económico con sostenibilidad.
En un contexto de transición hacia un orden mundial multipolar, el ascenso de México representa más que una cifra macroeconómica: es el síntoma de un cambio estructural. América Latina, a través de este país, podría recuperar un lugar relevante en la toma de decisiones globales.
Las proyecciones para 2030 sugieren un futuro en el que la hegemonía de EE. UU. y China podría verse desafiada por economías emergentes capaces de actuar como pivotes entre bloques comerciales. México, por historia, ubicación y proyección, está llamado a ser uno de ellos.






