La marca como pilar estratégico en los mercados regionales y globales

Por José Darío Dueñas Sánchez Consultor de Negocios

En un entorno comercial cada vez más competitivo y globalizado, la marca ha dejado de ser solo un nombre o logotipo para convertirse en un activo estratégico fundamental. La marca representa la promesa de valor que una empresa ofrece a sus consumidores, y su correcta gestión —el branding— puede marcar la diferencia entre el éxito y el olvido en los mercados regionales y globales.

Una marca sólida no solo identifica un producto, sino que comunica confianza, calidad, historia y propósito. En mercados regionales, donde las preferencias culturales y los hábitos de consumo son específicos, la marca debe conectar emocionalmente con el consumidor local. Por ejemplo, en el sur del Perú, una marca de alimentos que resalte ingredientes andinos y valores tradicionales puede generar mayor aceptación que una propuesta genérica.

En el ámbito global, el reto es aún mayor. Las marcas deben adaptarse a contextos culturales diversos sin perder su esencia. Esto implica decisiones estratégicas sobre estandarización o adaptación del mensaje, el diseño, el empaque y hasta el nombre del producto. Marcas como AJE Group, con su bebida Big Cola, han demostrado que es posible competir con gigantes globales mediante una propuesta de valor clara, precios accesibles y una marca que se adapta a cada mercado.

El branding también influye directamente en la percepción de calidad. Una marca bien posicionada puede justificar precios más altos, generar lealtad y facilitar la expansión internacional. Además, en la era digital, la marca se construye también en redes sociales, plataformas de e-commerce y experiencias de usuario, lo que exige coherencia y autenticidad en todos los puntos de contacto.

En mercados regionales, la marca puede ser un símbolo de identidad local. En mercados globales, puede convertirse en embajadora de la cultura de origen. Por eso, muchas marcas peruanas han comenzado a utilizar el sello “Marca Perú” como parte de su estrategia de internacionalización, reforzando su autenticidad y origen.

En conclusión, la marca no es solo un elemento visual o comunicacional, sino una herramienta estratégica que permite a las empresas conectar con sus públicos, diferenciarse de la competencia y expandirse con éxito. En un mundo donde los productos pueden ser similares, la marca es lo que realmente permanece en la mente y el corazón del consumidor.